domingo, 10 de abril de 2016

A place in this world for me.

That’s how much I love you. You know what we’re gonna do? Surrender. I know how hard that is for you because of how hard you hold on to stuff … But we’re just gonna sit here and we’re just gonna let go and let the universe do its thing and if we’re meant to be together, then we’re gonna be together. Whether it’s in a little shoe box apartment in New York or on the other side of the world. Okay? Will you do that for me? Will you surrender

viernes, 8 de abril de 2016

H.

Que me refugio en un hospital es algo demasiado obvio. Lo que no es tan obvio es el terror que me produce el primer paso al entrar cada mañana, ni el pensar lo poco que me pueda quedar allí. Y que no hago más que escuchar que ahora toca ser valiente. ¿Ahora? Llevo demasiado tiempo escuchando esa frase, ese intento de alentar a alguien a que siga, pase lo que pase. (Y me gustaría decir que estoy cansada de oírlo, pero se me da mal mentirme.)
 Pero a saber a qué demonios se refieren con ser valiente. Como si todo se redujera a confiar, o a lanzarse al vacío, o demás chorradas. Quién sabe hasta qué punto soy valiente, quién podría siquiera acercarse a saber. Que no es hacerse la interesante, ni mantener una careta. No, va todo mucho más allá. Y no, yo no quiero que me conozcan, no quiero que me quieran.
 Y es que todo surge de una conversación, y como siempre con alguien ajeno. Porque es así, es mucho más sencillo ser 'sincero' con alguien que no tiene nada que ver, a quién le des igual. Por así decirlo. Porque yo no sé quién eres, y tú no me conoces en absoluto. Aquí reside la magia; no vas a decirme que salte, no querrás que sea valiente. A mí me vale ese silencio, soy más de esa mirada. Y prefiero ver el brillo de alguien roto porque a veces es mejor cortarse a la vez que cortas. Y luego desaparecer. 



 Así que no me pidas que me calme. No me pidas que te sede. No me digas que te quieres marchar. No les odies. No me olvides.

 No te odies. No te rindas. No dejes de verme.



Hace demasiado tiempo que dejé de ser valiente. Y no me importa. 

domingo, 13 de marzo de 2016

Note 1.3.

Apenas haces preguntas personales. O preguntas en general. Así no es sencillo llegar a conocerte.

Pero si al final del día has sobrevivido sin derrumbarte, es suficiente para dar las gracias. ¿No?

Modo avión.

Bienvenidos al futuro que mandamos al infierno. 

Quizá echo de menos más cosas de las que estoy dispuesta a aceptar. Quizá sería mejor si pudiera controlarlo. O controlarme. Si pudiera dirigir mis pasos a lo que, por supuesto, sería lo bueno para mí. Pero no hay forma de que lo vea, de que lo quiera. No hay forma de no querer salir corriendo cuando veo esa hipotética perfección venir hacia mí. Y que sería más fácil es evidente. Pero seguiré corriendo, huyendo. Porque no es justo para nadie, y sólo tengo claro el querer volver a correr.

(Y hoy comencé a quemar cada pensamiento en el que apareces, cada sueño en el que tu sonrisa se cuela, ese flash del que jamás estaré segura. Porque no tienes derecho, ni sentido. Que es un imposible. Y que yo no lo quiero intentar. )

jueves, 3 de marzo de 2016

Re-v.

00:00

Óyeme bien. ¿Te decepciona huir? ¿Te decepciona estar perdida? ¿Te decepciona equivocarte?
No. No es más que tu propio camino. Así que siente orgullo, porque eres capaz, y esos caminos están por descubrirse. Déjate lleva, sé inconformista. Y, ante todo, sé valiente.
Y eres buena poniendo vías.

Tan concreta.

'Yo sin saber dónde mirar, y tú tan guapa...'


 Hoy volví a tener esa extraña sensación. La sensación de ser invisible y de que, en el peor momento, me volvía visible de nuevo. y el mundo me observaba, y juzgaba por lo que se ve. Pero esta vez no me sorprendió, lo difícil sería pasar desapercibida en una mañana así. 
 Un metro abarrotado de personas; mujeres que se maquillan, hombres en traje, estudiantes con cara de sueño o hablando animadamente entre ellos. Los ancianos que salen a desayunar, los niños camino al colegio... y yo. Una de esas ancianas me miró, fijamente, con ese desparpajo que asumo que te da la edad. Y comprendí al instante su expresión. Era muy probable que tuviese restos de sangre en el pelo, que hubiera un vago olor a vómito recién limpiado, que las ojeras eran evidentes y que la palidez igual era más acusada de lo normal. Sin embargo, lo que hubiese supuesto en cualquier otra ocasión que quisiera salir corriendo simplemente me hizo sonreír. Y sonreí a esa mujer, pero lo curioso es que ella me respondió esa sonrisa. como si entendiese algo de lo que podía esconder detrás. Suficiente.

Más lo importante de esa sonrisa no es el gesto en sí. De algún modo esas noches me están reviviendo, cada gesto, cada palabra, cada escapada a la ventana para que el frío me vuelva a despertar. 

domingo, 14 de febrero de 2016

B.

Será que ya no somos inmortales. 

Pues, de repente, un día te ves sumergida en mitad de una conversación, con alguien ajeno, alguien con quien no tienes porqué fingir, o adornar la realidad. Y te da por hablar, sin pausa ni prisa ni dolor, en teoría. Y ves la jodida la realidad, y cuál es el verdadero problema. Hasta dónde llegó el plan B. Más bien la ausencia del mismo. Y rememoras conversaciones. Y ves que siempre estuviste, cuando fue necesario y cuando no, sin importar las horas de sueño perdidas, las posteriores discusiones, ni el nudo en el estómago al oír su triste voz. Y ojalá hubieras tenido un plan B.

Pero de poco sirve darse cuenta, mal y tarde, de la jodida realidad. Y es que aún espero ver tu mirada al torcer una esquina, aunque sigamos a 300 millas como bien dijo tu canción. Que volver a lo mismo no me hará ningún bien, pues jamás hiciste nada malo más que perseguir tu sueño. Y yo te seguí, y te levanté, hasta el día en el que caí yo y no supe cómo levantarme. Ni cómo hacértelo saber. Y huí, porque esa fue mi forma de afrontar el terror que sentí, y que me persigue por momentos. Y a veces sólo quería escuchar tu voz.

Pero ahora, y de nuevo mal y siempre tarde, te espero. Espero que vuelvas a girarte sin desprecio hacia mi. Que tu mirada no me rechace, volver a estar en tus planes. Que me tengas en cuenta. Que merezca la pena una respuesta. Y que estés ahí en esas noches en las que nada tiene sentido, en las que todo me supera. Porque nunca encuentro ganas de apoyarme en nadie que no seas tú. 



Esta es una estúpida declaración de intenciones. Algo que no entró en mis planes nunca. Porque has sido la única persona que ha conseguido que me arrepienta de mi estúpida conciencia, de hacer las cosas bien. Ojalá aquel verano hubiese sido diferente. Ojalá no ser cobarde. Ojalá tú.
Y ojalá no ver otras siluetas y sentirme morir. Ojalá no echarte de menos. Ojalá haberte sobrevivido, de verdad.

Ojalá no aparecieras.
Ojalá tuvieras un plan B. 


Con el olvido entre otra piel. Sin el necesario olvido.