sábado, 1 de septiembre de 2012

Proporción opuesta.


Sin saber cómo ni por qué salió a la luz la perfecta proporción opuesta en nuestras  ganas. Mis ganas de abrazarle se transformaron es sus ganas de huir. La prisa por encontrarnos quedó velada por el correcto horario establecido. El saludo olvidado quedó sembrado de odio y, a su vez, no existió la dulce e indeseada despedida. La distancia entre nosotros quedó sumida por la prisa y las ganas de no vernos.
 Y, tras este caos, la sonrisa se transformo en una mueca que tapaba el ya disimulado dolor.

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