martes, 28 de febrero de 2012

Rise&Fall


 ¿Sabes? A veces me pregunto qué ocurrió, como pudimos tirar todo por la borda y rendirnos, sin más.
 A veces me pregunto por qué no te perseguí aquel día, por qué dejé que te marchases sola, triste y enfadada, sabiendo que sería la última vez, mi última oportunidad que mantenerte junto a mi.
 ¿Sabes? Ahora lo pienso y me parece tan absurdo... Tus manías, tus caprichos... Ahora no parecen gran cosa.
 No supimos llevar lo que más adorábamos en este mundo. Tú me querías, al igual que yo a ti. Eso es indiscutible. Ambos lo dimos todo, y perdimos mucho. Pero jamás nos arrepentimos de ello. Luchamos contra todo, caímos una y mil veces y, sin embargo, nos rendimos ante algo absurdo.
 Conozco tus motivos, tu conoces los míos. Pero no puedo evitar sentir rabia ante ello.
 No, no era perfecto estaba lejos de serlo. Pero era tan tuyo y tan mío que era perfecto para nosotros.
 "Lo bueno compensa lo malo, lo malo compensa lo bueno, pero tenerte a ti lo compensa todo. Gracias a encontrarte... Gracias a eso sigo vivo."
Me pregunto si algún día volveré a pensar igual.

Mi chica, con su sonrisa de ángel.

sábado, 25 de febrero de 2012

Insomnio y todas sus derivantes.


 De regreso a las viejas costumbres, sólo hacían falta algunas nuevas razones.
 Volvemos al insomnio, a perder noches enteras mirando el techo, observando la misma noche, esperando ver amanecer.
 Volvemos a las largas horas de música, de lectura, de juegos... De dibujos, de historias, de pensar.
 Una nueva oportunidad para intentar acabar lo comenzado, para finalizar lo ya empezado.
 Un respiro que desearía no tener... Demasiado tiempo que no sé manejar. Tiempo que debería poder ser usado en algo necesario...y, sin embargo, soy incapaz de conseguirlo.



Al menos he llegado a una estúpida conclusión. Algo que ya sabía, algo que intentaba ignorar.
Tú no podrás salvarme, tú no podrás entenderlo. Yo no podré darte lo que buscas, no podré hacerte feliz. Pero serás y seré tu refugio, porque es lo máximo y mínimo que podemos ser.


Odio seguir escuchando esas canciones tan personales, pero son absolutamente adictivas. Tanto como lo llegas a ser tú.
Dame otra tarde de adicción.

miércoles, 22 de febrero de 2012

Locura.

¿Dónde te has metido? Te has dejado el alma en el colchón.


"Salió de la nada, como si de un ángel se tratase."

No sabría explicar qué sentí la primera vez que la vi. Lo supe, por alguna extraña razón lo supe. Supe que ella pondría del revés mi aburrido mundo, que lo llenaría de color, que me daría algo por lo que luchar y ser feliz. 
Siempre, siempre ella.
Ella y su mirada perdida, su pelo rebelde, su risa contagiosa, sus manos siempre suaves, sus andares alocados, su voz dulce... Todas y cada una de sus expresiones. Su delicadeza, su apatía, sus ganas de volar. 
Permíteme explicarme, ella no era perfecta. También existía ese "ella". Ella y sus discusiones, su cabezonería, su ira, sus lágrimas, su torpeza, su forma de huir. 
Pensarás (¡cómo no!) que ella no es más que otra chica perfectamente normal, con sus pros y sus contras, algo que podría encontrar en cualquier lugar. Y, sin embargo, no es así. Ella salvó mi mundo. Pudo alejarse, correr, huir como tantas veces la vi hacerlo... Pero no. Ella jamás se rindió. Esperó que dejase mi estupidez, esperó a que luchase por estar con ella.
O quizá fui yo quien la esperó a ella.
Me contradigo, ¿verdad? Es normal. Es una historia absurda. Ella apareció, estuvo siempre y, sin embargo, no lo supimos ver. Hasta ahora. No soporto la idea de perderla.
Y es ahora cuando conseguí que ella esté entre mis brazos... Aquí, conmigo. Al menos hasta hace un segundo.
Debes de pensar que estoy loco, que soy un completo demente. Mi historia no dice nada, y a la vez lo dice todo. Ella se convirtió en mi mundo, no hoy. No por haberla tenido entre mis brazos. No, ella fue mi mundo desde el instante en que la miré por primera vez. Y, como suele ocurrir en estos casos, es tarde. La he "tenido" y ya no está. Podría perseguirla, pero no es lo correcto. Ahora sólo me queda extrañarla y pensar que, a pesar de todo, ella me dio una razón por la que ser feliz.

Sé que algún día podré contar mi historia, con su verdadero inicio y su merecido final. Pero hoy no es ese día, hoy tan sólo quiero recordar. 


lunes, 20 de febrero de 2012

Queja.

 ¿Te arrepientes?


 Ahora es difícil negarlo. Sí, me arrepiento de haberte concedido otra oportunidad. Porque hoy ya no vale que optes por un fingido victimismo, por lamentarte de tus decisiones. No, no vale porque, aún hoy, eres incapaz de frenar esas ganas de hacer daño, incapaz de dejar tu pasado atrás. La sinceridad es tu mayor carencia, tus ganas de jugar tu peor virtud. Yo no soy nadie para juzgar así que no jugo, valoro cada uno de tus actos y lo que conllevan. Has hecho mucho daño, más del que te puedes permitir y ahora te respaldas en que hiciste lo "correcto". No te engañes, y no intentes engañar. Todos cometemos errores y todos debemos asumirlos.


Puede que ahora creas que te sirve, que tendrás tu lugar en el que apoyarte. Perfecto. Me vale con que sepas a quien puedes herir y a quien puedes mentir. Porque no  podrás seguir, no con aquellas personas importantes, aquellos que no se merecen sufrir. Y mucho menos por ti.

sábado, 18 de febrero de 2012

Just close your eyes.

 "Hoy me conformaría con verte un único segundo. Sonreírte y decirte que todo va bien. Sonreír y verte alejarte, sin más.

 Hoy bastaría con una mirada fugaz. con una nueva canción, con algo que comentar. Me bastaría con saber que ahí estás, y que eres feliz.

 Hoy sé que no podría decir nada, que sólo te podría mirar. No podría hacer nada, ninguno de mis planes sería efectivo.

 Planes. Es tan irónico, tantas veces pensé y planeé cómo sería verte, hablarte, conocerte. Y nunca resultó ser así. Jamás tuve el valor de decirte tantas cosas, jamás fui capaz de mantener la mirada. No me acerqué, no lo intenté. Pero así está bien. Lo mío siempre fue mirarte de lejos, protegerte si que supieses que existía. Eso se me da mejor.
Y no. No me arrepiento de que esto fuese así. ¿Sabes? Es mucho más especial. Es más especial porque, de este modo, si me sorprendes con un abrazo no sé reaccionar. Porque nunca me esperaría nada de ti y, a la vez, me lo espero todo. Ahora cierra los ojos. Ciérralos y confía en mi."


lunes, 13 de febrero de 2012

Impotencia.


Al menos el amanecer es bonito, aunque nunca lo puedas ver.

La locura, en todas sus variables, puede producir la mayor de las tristezas. Ríes. Ríes con esa locura que, en realidad, tanto daño te hace. Intentas imaginar cómo se llega a esa locura, cómo se puede sobrevivir a ella. Imaginas qué es lo que realmente ve, siente o quiere decir, pero jamás se encuentra respuesta. Entonces ríes. Ríes por impotencia, por tristeza, por protegerte a ti mismo de tu propio dolor, de tu propia soledad.

Ese es el momento. Ya no valen quejas, lágrimas o frustración. La pena ajena no servirá de nada. Debes sobrevivir, por ti mismo y por aquellos a quien debes proteger.
No es cuestión de ser maduro o ser fuerte. Es cuestión de tener el valor para levantar la cabeza, y hacerlo sin la ayuda de quien no lo podrá comprender.


"Volar... como hicimos tantos años. Que todavía duermo en ti, que te conozco con mis manos, con mis ojos, con todo lo que hay en mi. Volar y, aunque ya te estés marchando... Volar como hicimos tantos años. Que todavía duermo en ti, que te conozco con mis manos, con mis ojos, con todo lo que hay en mi. Volar... y, aunque no recuerdes nada, sé que no me olvidarás..."

Creer que el cielo en un infierno cabe....






"Mirarte de frente, admito en voz alta que no pocas veces he sido tentado en coger mi esperanza y lanzarla, sin más, en la fosa común donde yacen los sueños que nos diferencian."


















Tal vez.

-No sé que hacer. Y no sé que hacer contigo.
Repitió una y otra vez esa frase sin llegar a creerla en ningún momento. No era difícil saber la solución. Era imposible llegar hasta él, imposible entrar en su mundo, imposible ser su "para siempre". Daba igual cuanto lo intentase, había algo en ella que jamás encajaría con él. Sin embargo allí seguía. Seguía luchando contra esa distancia, seguía intentando derribar esos muros... sólo por alcanzarle a él. Estaba agotada, derrumbada. Pero, una vez más, bastó. Bastó volver a mirarle, ver sus ojos bañados de una infinita tristeza. Esos ojos que tanto había deseado conocer, esos ojos que tanto miedo podían causar. Esa mirada perdida, ese flequillo siempre despeinado que tanto le gustaba alborotar. Miró sus manos, esas manos con las que podía crear y destruir todo aquello que se le antojase... Y sintió esas ganas de abrazarle.
Él era un completo desconocido, era todo un puzzle sin armar. Podía ser un genio, un bastardo, algo dulce y absolutamente letal. Podía ser un cualquiera, pero era él. Y eso era suficiente.
-No existen los para siempre, es mucho más sencillo pensar en perseguirte... hasta nuestro hipotético fin del mundo.
La miró, pero no dijo nada más. No pudo, y lo agradeció.


domingo, 12 de febrero de 2012

Me repito.

Me repito. Me repito una y otra vez, lo sé. Pero hoy creo que tengo grandes razones para hacerlo.
 Creo en los sueños. Creo que, sin ellos, nada tendría valor. Creo que son ellos los que nos hacen superarnos. Perseguir un sueño es una forma de vida. Por ello me cabrea tanto ver como hay personas que, no solo destrozan sus propios sueños, sino que pisotean los sueños ajenos.
Odio ver como algo que amas puede ser destrozado por personas sin escrúpulos.

Y lo entiendo. Todos tienen sus problemas, disputa y preocupaciones. Pero no es razón para herir a los demás. No me refiero a heridas físicas, es mucho más que eso. Yo sólo tengo un sueño y odio ver como hay personas que destrozan ese sueño con esa estúpida actitud.
Es un trabajo, a fin de cuentas te pagan por ello. Al menos esfuérzate. Y, si no te gusta, puerta. Pero el resto no tiene culpa.

Me frustra muchísimo. Pero eso sólo me da una nueva razón para seguir. Habrá un día en el que sabré que hacer, sola. Sin la necesidad de aguantar malas caras, quejas o reproches. Porque, al menos, yo amaré mi trabajo y estaré orgullosa de poder hacerlo. 


sábado, 11 de febrero de 2012

Incondicional.

Sí, quizás importa ser tu incondicional.  
 


Hoy me encuentro aquí, una noche más. Me encuentro mirando las luces lejanas de esta ciudad que tanto odio y de la que, sin embargo, adoro cada atardecer. Es tarde, es tan tarde que puedo hacer lo que me apetece, sin temor a perder o encontrar nada. Tengo la libertad de desaparecer, y la necesidad de ser encontrada.
Y me marcho.
Ni lejos ni cerca, simplemente me voy y me siento en la puerta de mi lugar preferido... y más odiado a la vez. Me siento una vez más y observo a la escasa gente que pasea a estas horas. Enciendo un cigarrillo, lo miro con aversión y recuerdo.

- No me eches el humo, por favor.
- Perdona, se me olvidó lo mucho que odias el tabaco.
- No es por eso.
- ¿Entonces?
- Es porque si huelo a tabaco te volveré a recordar, y sabré que no estás aquí.

Siempre tuvimos conversaciones absurdas. Sí, tú y yo. Absurdo.
Ahora te recuerdo a conciencia, adoro el dulce olor a tabaco. Adoro saber que te irá matando, y que me matará a mi también.

Y, sin más, regreso.
No pienso dormir. No lo puedo evitar.