lunes, 19 de enero de 2015

Seguridad.

"Que ni yo soy tus pedazos ni tú mis cicatrices."

 En esos momentos en los que deberías estar haciendo cualquier otra cosa... pero prefieres poner(te) en orden una vez más. Y es que estoy segura de algo, y es que sólo quiero que esté seguro de no dejar jamás de tener dudas pero, tal como dicen por ahí, 'que me tenga claro; y que me tenga, claro.' Y que juguemos al escondite con las ganas de abrazarnos, y de vernos. Y que perdamos siempre. O que nos encontremos, sin querer, a medio desvestir. Encontrar algo más detrás de lo tan típico, como estúpidas estrellas perdidas que deciden obviar su órbita y chocar contra el primer huracán, sin saber muy bien el cómo o el por qué. 
 Frenar.
 Y tras la aparente calma dejarnos hundir en la nieve, rodar sobre los charcos y luego arder, de todas las formas posibles, hasta ser meras cenizas. Adherirnos sin piedad y después... Quizá ya tengas sentido, quizá siempre lo tuviste.

 Me sobran razones para hacerlo, y más si no sales corriendo. (Que no me hablen de echar de menos si no saben qué es perderse por su espalda.) Y dejarse conocer. Asumir que somos más que pedazos sin unir y cicatrices que ocultar. Y dar el pequeño privilegio de la sinceridad, aunque de miedo.

Ante la erótica de dejarse conocer y saber que podrían destruirte.

martes, 13 de enero de 2015

Cicatrices.

 'Hay una gran victoria detrás de cada derrota, sólo hay que saber verla desde el punto de vista acertado. Y es terriblemente hermoso ver, tras la tormenta, las cicatrices. Y es que no seríamos nada sin nuestras cicatrices, y sin saber sonreír al verlas. No habría guerras perdidas, ni riesgos.
 Y es que hablamos de impulsos, de ser valientes, de dejar de ser racionales. De ser felices, de la forma que de verdad ansiamos. Y de volvernos un poco locos. Tan locos que busquemos el mar andando por Madrid, y lo encontremos.
 Esa es mi propuesta. Olvidar los relojes, las heridas, las tormentas. Y brindar, entre nosotros, porque deje de importar. Y porque lo sea todo.'

viernes, 9 de enero de 2015

Undisclosed desires.


 "Año nuevo, vida nueva" o el cómo empezar a vivir. No es que piense hacer una valoración exhaustiva sobre todo el pasado o lo que espero del futuro, las cosas (¡y por fin lo comprendí!) no funcionan así. Tener metas imposibles, soñar con momentos perfectos... a mí ya no me sirve. Porque me empeñaba en hacer planes, en dejarlo todo para un futuro que no sabía siquiera si podría existir. Y me empeñé en no ver lo que tenía, o lo que podía vivir. Y me empeño en repetir esta palabra: vivir. Porque, de nuevo, he tenido que caer. Caer más fuerte que otras veces, y ser más valiente que nunca. Pero no me arrepiento de ello. Me alegro de tener estas cicatrices, y me alegro de como poco a poco han decidido empezar a sanar. 
 Ahora llega lo complicado, hay que volver a confiar. Debo abrir los ojos, valorar con una mayor exactitud y seguir. Siempre hacia delante, sin pensar en lo que fue o lo que pudo haber sido. Esta es mi decisión, este es el camino que yo elegí. Y quizá siempre lo supe... Ahora sé que siempre lo supe, pero tuve miedo y me aferré a todo aquello que creí que no cambiaría, aquello que aunque me hacía feliz no era la felicidad que yo buscaba. Y es que la felicidad no se busca, no se espera... está ahí donde tú quieras verla. Y me empeñé en no verla, a pesar de estar rodeada de ella. Y, ¿quién sabe? Quizá eso que hace mucho tiempo soñé era mi deseo real. Es mi gran deseo, mi gran meta. El paso 3 de mi estúpido plan. 
('Me hago un vestido con todo lo que he 'perdido'...¡y ya tiene sentido sonreír!)
 Me alegro. Me alegro por mí. Me alegro de haber 'cambiado'. Me alegro de despertar. 

'Hoy es un buen día para sonreír.'