viernes, 29 de junio de 2012

Que yo me bajo.

 Es la sensación de saber que, entonces, no importaba. Nada importaba. La sensación de que el pasado quedo en eso, un simple pasado. El miedo de saber cómo podría haber sido, de conocer que nada hubiese cambiado. Quizá saber demasiado fue su error. Ahora ese recuerdo no desaparece de su mente, crea la mayor duda y el mayor malestar. Es egoísta y pretencioso, pero destruye su mundo en un mísero segundo. Esa sonrisa de suficiencia que jamás podrá olvidar. Clara ganadora, alza con orgullo su cabeza. Puede hacerlo.


Ganas tú, segundo asalto. 

jueves, 28 de junio de 2012

Ojos rojos.

 Algo no andaba bien. Quizá ese pensamiento fue el que le dio el valor para escapar. No era tan difícil, no dejaba tanto atrás... O igual sí. Pero ya no importaba, no en ese momento. 
Corría, sabía que, si no llegaba a tiempo, no volverían a verse, al menos no de la misma forma. Pero a veces el destino guarda un as en su manga, un as inesperado. 
Llegó a su destino... pero no consiguió llegar a tiempo, un pequeño capricho de azar. Dejó a un lado todas sus esperanzas, todas sus ilusiones. Se permitió caer, rendirse. Esta vez estaría atrapada, sin marcha atrás. No sería fácil, pero podría sobrevivir. Sobreviviría a base de recuerdos, con la absurda esperanza de que podría volver a ocurrir.

Llegó de nuevo, sin buscarlo, a su lugar. Lugar en el que todo empezó, lugar en el que no existió una despedida real. Aún recordaba sus palabras, su estúpido "te esperaré". No podría seguir esperando.
Demasiado perdida, demasiados recuerdos retumbaban en su cabeza. Era un final demasiado precipitado.


 -Y, como supuse, estás aquí.

 El destino es cruel y caprichoso, pero a veces guarda una sorpresa demasiado dulce. Jamás se iría, no sin ella. Jamás se iría sin volver a rozar sus suaves labios con su dulce aspereza. No podría. 

Porque hoy, como siempre, "te esperaré".

miércoles, 27 de junio de 2012

Maniac.

 "Desastre. Perder el encontrarle, romper esos momentos, olvidar las sensaciones. El frío eterno de su piel, su extraña sonrisa al verle marchar. La búsqueda constante de la perfecta melodía que pudiese retenerla para siempre. Un eco, una voz dormida. Un susurro sordo lleno de ganas de gritar. Huir de esa mirada nerviosa, abrazar sus ganas de huir. No dejar escapar su aliento, salvar de nuevo su pecado. Y olvidar.

 Estaré esperando, esperando hasta que seas tú quien me busque a mi"

viernes, 22 de junio de 2012

Roto.

 Hablan del "hogar" como de ese lugar en el que ser feliz, ese lugar en el cual refugiarte, donde poder reír de forma libre, donde poder llorar y desahogarte. Ese lugar en el que te aceptarán tal y como eres, que no intentarán cambiarte. Ese lugar donde el apoyo es fundamental, ese lugar al que podrás volver.


 Pero, ¿qué ocurre cuando desaparece tu hogar? ¿Qué hacer cuando no existe? ¿Y si no tienes lugar al que volver?


 Quizá ese hogar no sea algo físico, algo literal. Quizá ese hogar se haya quemado, se haya roto. quizá sólo quede el recuerdo de lo que pudo ser.
 Sin embargo hay algo nuevo, un nuevo refugio al que llamar hogar. Porque si todo se desmorona, si todo deja de tener sentido no se necesita más que ese abrazo que te diga que todo puede salir bien. Volver a tener ese apoyo, esa confianza. Esa sinceridad, ese cariño. Es algo difícil de entender.




"Quitar la venda de los ojos, ver que todo es diferente. No tiene por qué ser tarde."

jueves, 21 de junio de 2012

Incendios de nieve.

 Corría, corría hacia él, a ese lugar. Sabía que sería extraño, que quizá no era el momento adecuado, pero necesitaba verle, con urgencia, con una extraña necesidad. 
 Todo a su alrededor era distinto, las calles, al gente... no era como ella recordaba, pero no le dio importancia. Sólo pensaba en ese momento, en ese abrazo que necesitaba.
 Finalmente le alcanzó, sin embargo era otra persona. Un rostro diferente, un gesto extraño... pero ese alma que le hacía temblar. Era él, quizá en un cuerpo diferente, pero no podía ser nadie más que él. 
 Se fundieron en un abrazo eterno, hablaron con la mirada. Extrañados, nerviosos. Pero juntos. Era su instante personal, su efímero momento. Hasta que volvieron a la realidad.

 Una dulce despedida, un beso demasiado real. ¿Qué había ocurrido?

 "Tú... tú no me conoces en absoluto."


 Y abrió los ojos. Un sueño, sólo eso. Un  extraño y hermoso sueño que se repetía. Pero esta vez era diferente, lo sabía. No podía explicar por qué, pero así era. 
 Ahora podría volver a ese lugar, ese extraño sueño en el que podían estar juntos.

sábado, 16 de junio de 2012

Where is my mind?

 Pieza perdida de un puzzle. 
 Ese estúpido momento en el que deseas desaparecer, pero esta vez de verdad. Ese momento en el que no existe nada más que una absurda desesperación. Ese momento. El momento en el que haces aquello que más odias, te muestras débil y herido, demasiado vulnerable. Ese momento de huida, de desesperación. Ese momento en el que no existen sonrisas, en el que necesitas ser salvado de algo de lo que no puedes huir.
 Y desear... ese deseo que tanto aterroriza pero que, en el fondo, piensas que es el mejor. Ya no consiste en luchar, ni en escapar. Ahora sólo existe ese deseo de desaparecer.
 No servir, ser una mera carga. Ojalá fuera diferente, ojalá hubiese algo que ofrecer. Sin embargo no lo hay.

Ya sólo existe ese miedo, ese terror a saber que no serás suficiente. Jamás.
 Ese dolor pasajero, aguantar esas ganas de llorar. Sonreír, mantener la calma... y morir de nuevo. No quiero ser quien persiga una ilusión, no quiero dar la vuelta y temblar al ver que no duda ni un segundo. No quiero ser quien corra buscando un imposible. No quiero aguantar las lágrimas, fingir que nada importa, contar aquello que me mata con una estúpida sonrisa. No quiero. Pero es lo correcto.
 Por ello sólo buscaré una estúpida forma de olvidar, una muerte más lenta, más real.

 Ya sólo busco olvidar aquello que pude ser, ya sólo busco el dolor, desaparecer.
 Es absurdo, pero me aferré a una sonrisa, algo que me hizo escapar. Ese pequeño detalle, ese cariño guardado... eso me hizo seguir aquí. Puede parecer absurdo, estúpido, muy poco normal. Pero pensé en ello, pensé en que era lo que me hacía seguir... Lo que no me permitía abandonar.

viernes, 15 de junio de 2012

¿Dónde?

 Un momento que se escapa, una mirada huidiza. Seguirla sólo por saber que estará bien. Cuidar cada detalle y saber que jamás lo sabrá. Esa es tu causa, tu mísera realidad.
 Darle un momento de vida, ese aliento, ese empujón, esas ganas de vivir. Y luego morir tú, morir de nuevo, morir por su sonrisa y su presencia.



 Podrían cortar sus alas, mitigar sus sueños, romper sus esperanzas. Pero nadie sabría qué pasaría finalmente. Podía huir, podía luchar... Tenía demasiadas opciones. Y algo demasiado claro.
 Cuando un pensamiento es ambiguo está expuesto a demasiados cambios, sin embargo era tenaz. Tan tenaz que no importaba la pérdida, no importaba el dolor... o la soledad. Nada importaba. Pero siempre existe ese algo contra el que no se puede luchar.



 Darle un respiro a la vida, darle un suspiro al dolor. Creer que puede cambiar el pasado, obtener su futuro. Simples ilusiones llenas de humo y palabras. Sonrisas que persiguen al viento sin sentido ni piedad. Algo que se esconde tras unos ojos tristes. Un grito sordo, un minuto absurdo. Un infierno que no conocerán, un espejo que guarda demasiadas lágrimas. Y demasiado orgullo.





Drástico. Letal.
Perseguir y esperar.
¿Un comienzo? ¿Un final?

El final exacto para el cuento que no existió. Desteñir ilusiones en forma de coraje. Saber que es real y, a pesar de todo, dudar. Demasiado miedo guardado en cajas sin armar.
Un instante perdido, unas palabras jamás pronunciadas.

"Los sueños son para los novatos"
Y tú ya no lo eres.

Sería más fácil así.

martes, 12 de junio de 2012

Broken Dreams.

"Parado frente al mar mientras el mundo gira."

 A veces el mar llama con demasiada fuerza. A veces es más fácil perderse entre su espuma, dejar que las olas te lleven y, simplemente desaparecer. Olvidar porqué estás allí, olvidar porqué necesitas su caricia y su fría presencia. Olvidar.
 Perseguir estrellas fugaces que llevan consigo sueños imposibles, no dejar de correr, no rendirse. Intentarlo. Caer y levantarse. Herir, ser herido, dejar cicatrices para recordar quién eres, quién fuiste y quién no serás. Dejar morir la pasión, cerrar los ojos ante esas miradas. Volver la espalda a un abrazo, coser tus labios a la nada. Sin gestos de cariño, sin fuerzas añadidas.
 Mirarte y saber que algo está mal. Saber que ese deseo de desaparecer es real. Querer morir de nuevo, querer ser un recuerdo. Saber que serás olvidado, saber que quizá no te olviden. Y que eso no merezca la pena.


 Ese extraño valor, esas ansias de perderse nunca serán valoradas, ni conocidas. Son esos detalles que no se conocen, esas mentiras jamás descubiertas, esos engaños disfrazados de verdad. Eso que nunca descubriría. 
 Eso, tan bien escondido, tan expuesto a su vez.
Esa eterna desconocida. Esa maldita realidad. 

sábado, 2 de junio de 2012

No más.

 Y que desaparezca esa estúpida melodía, ya no tiene sentido repetirla.
 De nuevo corrió la sangre, de nuevo la soledad lo inundó todo. Es un desprecio hacia sí mismo que no se puede explicar. Todo perdido, todo olvidado. No existe un alma que se pueda salvar. Intenta luchar, intenta abrirse paso entre la hiedra que le cubre, entre los muros que se alzan hacia su persona. A veces es más fácil ver la vida tras su propio cristal, no herirse, no sentir. Que no existan lágrimas ni reproches, que no existan palabras prohibidas, ni sacrificios. Que  no se olvide la realidad, que no se hiera el camino. Dejar de marcar con sangre el camino para que alguien te pueda seguir. 

 Heridas que sangran... y que no lo hacen. Heridas que, quizá, no sanarán. 

 Sería más fácil tener algo que ofrecer, algo real y tangible. Sería perfecto ser normal, poder dar todo sin importar el resto.
Eso sería perfecto. 
 Sería perfecto arreglar el corazón a base de tiritas, poder curar el pasado con una simple mirada. Sería perfecto ofrecer un futuro. "Sería".

 Perderse y olvidar para no pensar en lo que importa. Perderse en algo que no te curará. Perderse, y después entonar una suave melodía que jamás se recordará.