"Año nuevo, vida nueva" o el cómo empezar a vivir. No es que piense hacer una valoración exhaustiva sobre todo el pasado o lo que espero del futuro, las cosas (¡y por fin lo comprendí!) no funcionan así. Tener metas imposibles, soñar con momentos perfectos... a mí ya no me sirve. Porque me empeñaba en hacer planes, en dejarlo todo para un futuro que no sabía siquiera si podría existir. Y me empeñé en no ver lo que tenía, o lo que podía vivir. Y me empeño en repetir esta palabra: vivir. Porque, de nuevo, he tenido que caer. Caer más fuerte que otras veces, y ser más valiente que nunca. Pero no me arrepiento de ello. Me alegro de tener estas cicatrices, y me alegro de como poco a poco han decidido empezar a sanar.
Ahora llega lo complicado, hay que volver a confiar. Debo abrir los ojos, valorar con una mayor exactitud y seguir. Siempre hacia delante, sin pensar en lo que fue o lo que pudo haber sido. Esta es mi decisión, este es el camino que yo elegí. Y quizá siempre lo supe... Ahora sé que siempre lo supe, pero tuve miedo y me aferré a todo aquello que creí que no cambiaría, aquello que aunque me hacía feliz no era la felicidad que yo buscaba. Y es que la felicidad no se busca, no se espera... está ahí donde tú quieras verla. Y me empeñé en no verla, a pesar de estar rodeada de ella. Y, ¿quién sabe? Quizá eso que hace mucho tiempo soñé era mi deseo real. Es mi gran deseo, mi gran meta. El paso 3 de mi estúpido plan.
Me alegro. Me alegro por mí. Me alegro de haber 'cambiado'. Me alegro de despertar.
'Hoy es un buen día para sonreír.'
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