"Que ni yo soy tus pedazos ni tú mis cicatrices."
En esos momentos en los que deberías estar haciendo cualquier otra cosa... pero prefieres poner(te) en orden una vez más. Y es que estoy segura de algo, y es que sólo quiero que esté seguro de no dejar jamás de tener dudas pero, tal como dicen por ahí, 'que me tenga claro; y que me tenga, claro.' Y que juguemos al escondite con las ganas de abrazarnos, y de vernos. Y que perdamos siempre. O que nos encontremos, sin querer, a medio desvestir. Encontrar algo más detrás de lo tan típico, como estúpidas estrellas perdidas que deciden obviar su órbita y chocar contra el primer huracán, sin saber muy bien el cómo o el por qué.
Frenar.
Y tras la aparente calma dejarnos hundir en la nieve, rodar sobre los charcos y luego arder, de todas las formas posibles, hasta ser meras cenizas. Adherirnos sin piedad y después... Quizá ya tengas sentido, quizá siempre lo tuviste.
Me sobran razones para hacerlo, y más si no sales corriendo. (Que no me hablen de echar de menos si no saben qué es perderse por su espalda.) Y dejarse conocer. Asumir que somos más que pedazos sin unir y cicatrices que ocultar. Y dar el pequeño privilegio de la sinceridad, aunque de miedo.
Ante la erótica de dejarse conocer y saber que podrían destruirte.
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