jueves, 3 de marzo de 2016

Tan concreta.

'Yo sin saber dónde mirar, y tú tan guapa...'


 Hoy volví a tener esa extraña sensación. La sensación de ser invisible y de que, en el peor momento, me volvía visible de nuevo. y el mundo me observaba, y juzgaba por lo que se ve. Pero esta vez no me sorprendió, lo difícil sería pasar desapercibida en una mañana así. 
 Un metro abarrotado de personas; mujeres que se maquillan, hombres en traje, estudiantes con cara de sueño o hablando animadamente entre ellos. Los ancianos que salen a desayunar, los niños camino al colegio... y yo. Una de esas ancianas me miró, fijamente, con ese desparpajo que asumo que te da la edad. Y comprendí al instante su expresión. Era muy probable que tuviese restos de sangre en el pelo, que hubiera un vago olor a vómito recién limpiado, que las ojeras eran evidentes y que la palidez igual era más acusada de lo normal. Sin embargo, lo que hubiese supuesto en cualquier otra ocasión que quisiera salir corriendo simplemente me hizo sonreír. Y sonreí a esa mujer, pero lo curioso es que ella me respondió esa sonrisa. como si entendiese algo de lo que podía esconder detrás. Suficiente.

Más lo importante de esa sonrisa no es el gesto en sí. De algún modo esas noches me están reviviendo, cada gesto, cada palabra, cada escapada a la ventana para que el frío me vuelva a despertar. 

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