viernes, 3 de agosto de 2012

Falta menos, y a la vez falta tanto.


Despiértame, por una única vez haz que salga de este sueño infinito. Ven y arráncame de las sábanas que me ataron a su olor. Arrástrame a tu juego, concédeme una derrota. Conviérteme en cenizas y hazme volar a tu ritmo, allí donde existan las sonrisas. Hazme sentirme valiente para hacer de ti la mayor cobardía, atrévete a retarme para poder vivir mi pesadilla. Detén el tiempo, haz eterna la noche, haz que no exista ese nuevo día.
 Despierta la melancolía, aquella con la que me hacías vibrar y, de nuevo, haz que caiga en este letargo. Cóncedeme un último baile y márchate sin mirar atrás, como siempre hiciste. 

 Y así, de una sencilla forma amaneció y la realidad lo inundo todo. Excepto ese momento y ese efímero adiós. 

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