"Si tu magia ya no me hace efecto... ¿cómo voy a continuar?"
A veces amanece de un modo diferente, más cálido, más distante... Pero yo siempre fui de fríos atardeceres, de esos que te dejan un agridulce sabor a recuerdos e ilusiones. Esos de "si tú supieras". Esos.
Esos que guardan secretos y lágrimas contenidas, frustración por no poder mostrar tu propia sinceridad. ¿Cómo es posible fingir tanto? Es una pregunta que me realizo cada día, y no pocas veces. Bendigo y maldigo esa máscara y esos muros. Tanto los míos como los tuyos. Odiosos y fascinantes. Y, sobre todo, necesarios. El problema llega cuando vuelves a ese lugar en el que no tienes que fingir, esa soledad que nos muestra tal y como somos. Ese miedo a mostrarnos ante alguien y ser rechazados. Irónico miedo al rechazo. "Si no diese miedo no sería importante." Aunque, a veces, no es cuestión de miedo, más bien es la innegable realidad.
Pero, sin duda, lo peor es esa pregunta... "¿y si?" Esa pregunta cuando, a pesar de saber que está todo perdido, se renueva la esperanza, esa esperanza que nos puede destruir.
Indiferencia.
Pero, sin duda, lo peor es esa pregunta... "¿y si?" Esa pregunta cuando, a pesar de saber que está todo perdido, se renueva la esperanza, esa esperanza que nos puede destruir.
Indiferencia.
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