jueves, 28 de junio de 2012

Ojos rojos.

 Algo no andaba bien. Quizá ese pensamiento fue el que le dio el valor para escapar. No era tan difícil, no dejaba tanto atrás... O igual sí. Pero ya no importaba, no en ese momento. 
Corría, sabía que, si no llegaba a tiempo, no volverían a verse, al menos no de la misma forma. Pero a veces el destino guarda un as en su manga, un as inesperado. 
Llegó a su destino... pero no consiguió llegar a tiempo, un pequeño capricho de azar. Dejó a un lado todas sus esperanzas, todas sus ilusiones. Se permitió caer, rendirse. Esta vez estaría atrapada, sin marcha atrás. No sería fácil, pero podría sobrevivir. Sobreviviría a base de recuerdos, con la absurda esperanza de que podría volver a ocurrir.

Llegó de nuevo, sin buscarlo, a su lugar. Lugar en el que todo empezó, lugar en el que no existió una despedida real. Aún recordaba sus palabras, su estúpido "te esperaré". No podría seguir esperando.
Demasiado perdida, demasiados recuerdos retumbaban en su cabeza. Era un final demasiado precipitado.


 -Y, como supuse, estás aquí.

 El destino es cruel y caprichoso, pero a veces guarda una sorpresa demasiado dulce. Jamás se iría, no sin ella. Jamás se iría sin volver a rozar sus suaves labios con su dulce aspereza. No podría. 

Porque hoy, como siempre, "te esperaré".

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