jueves, 3 de mayo de 2012

Ese dulce momento.


Y, como era de esperar, llego ese momento. Llego el momento de confiar en él. Y así lo hizo. Había algo en él que le resultaba adictivo, se sentía estúpida por volver a confiar. Estaba convencida de que volvería a perder. Pero esas palabras cambiaron el momento, cambiaron esa absurda sensación de inseguridad. Un susurro, un "te quiero" a media voz. Unas palabras dichas de forma suave, pero a la vez con una fuerza indescriptible. Unas simples palabras pronunciadas en el momento preciso, con la mirada más sincera que ella pudo recordar. ¿Cómo no confiar en él? ¿Cómo no corresponder esa infinita dulzura? 

 Deseó olvidar todo el dolor, todo el pasado y perderse en su beso para siempre. Él, siempre tan directo, tan sincero desde el primer momento. Él, que la había salvado de esa extraña soledad, de esa oscuridad que la agotaba a cada segundo. Él. 
 Y recordó, de forma fugaz, todo ese tiempo. Recordó su primer cruce de miradas, sus primeras torpes palabras. Las conversaciones cargadas de ganas de conocerse. Las discusiones y las risas. Los roces nerviosos, las miradas huidizas. Las despedidas que nunca acababan. Recordó la primera vez que le cogió la mano, recordó el primer beso, tan íntimo, tan deseado. Ese beso que tanto la aterrorizaba. 
 No necesitaba más, él era su comienzo, era el inicio de lo que siempre deseó. Lejos de ser perfecto, lejos de ser un príncipe azul. Porque él era especial, él era para ella. Ella era para él. 

  Le sonrió,como tantas veces antes y, a la vez, de una forma totalmente nueva. Le sonreía con más ganas que nunca, y él le devolvía la sonrisa. Porque era su momento, sólo de ellos. Porque, esta vez, sería infinito.
Se hicieron especiales, se hicieron inmortales. 





"No importa lo que pase. Nunca dejes marchar a tu persona importante. No elijas la muerte para proteger a esa persona. Para protegerla realmente debes vivir, no importa lo que suceda. 
Así estaremos juntos, para siempre."


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