lunes, 23 de abril de 2012

¿Sólo un sueño?


Estaba sumida en sus pensamientos, con la mirada perdida y un dibujo a medio hacer sobre su regazo cuando él llego por su espalda. La llamó, como tantas otras veces, pero ella se asustó y volvió a la realidad de inmediato. Se giró para mirarle, pero esta vez era diferente. "Le estoy dando demasiada importancia" pensó. Aparentó estar como siempre, hablando y bromeando con él hasta que, en un momento dejaron de hablar y ambos se quedaron mirando el vacío. Ella suspiró.



-Ahora sería un buen momento para que me contaras qué te pasa, ¿qué te preocupa? Estás totalmente ida.
-No es nada, de verdad. No es necesario que te preocupes, es una tontería.
 Él la miró fijamente, y ella tembló. Había observado esos penetrantes ojos miles de veces. Lo había visto llenos de felicidad, de preocupación, de melancolía... Pero ahora verlos así, tan fijos en ella y, después de esa absurda sensación, la ponían muy nerviosa.
-Está bien, si no quieres confiar en mi lo entiendo, pero no me mientas.
-Tú y yo somos amigos, ¿verdad?
 Por su expresión, desde luego no se esperaba esa pregunta. La miro entre sorprendido y divertido.
-Lo somos. Quizá nuestra relación sea rara, pero somos buenos amigos... pero eso ya lo sabías. Dime qué pasó.
-Tuve un sueño, y ahora me siento fatal por ello.
-¿Por un sueño? -rió, aunque parecía preocupado- Cuéntamelo, quizá así te entienda.
-Necesito que me prometas algo. Prométeme que no me juzgarás por esto.
-No le des más importancia, es sólo un sueño. Una vez leí que los sueños son una forma de ordenar ideas, que sueñas con las últimas cosas que pensaste antes de dormir, ya sea consciente o inconscientemente.
-Créeme, esa información no lo hace más fácil.
-Sorprendeme. 
Cogió aire y se armó de valor.
-Bien, recuerda que no me juzgarás. ¿De acuerdo? El sueño comienza como una de esas noches en las que todos quedamos. Estábamos en una casa, me resultaba conocida. En uno de esos momentos tú te acercaste a mi, como siempre, y pasaste tu brazo sobre mis hombros. Esto no es nada extraño, lo haces continuamente. Entonces me diste un beso en la mejilla, esto no es tan malo... pero en mi sueño lo era. Nos observaron, como si supiesen que algo podía ocurrir. Entonces me sacaste de aquella habitación. Recuerdo que estaba muy nerviosa, pero no sabía por qué. Y me abrazaste. Me abrazaste y me volviste a besar, en la mejilla. Te acercaste más a mi... estábamos frente a frente. Quizá no me entiendas, muchas veces hemos hablado así, muy cerca, pero ambos sabemos nuestro límite y... en mi sueño habíamos olvidado ese detalle. El detalle de nuestro límite.
-¿Te besé?
-No, te dije que no podíamos y me respondiste que ya lo sabías. Luego empezó a entrar gente... no recuerdo mucho más. Pero me desperté un poco agobiada. Cuando has llegado estaba... bueno, estaba pensando en eso. Sé que no es correcto, que no es más que un sueño pero sentía que te lo debía decir.

Él no respondió. Se quedaron en silencio durante unos minutos.
-Así que sólo un sueño...
Ella le miró. Volvía a tener esa mirada. Entonces la abrazó, y ella no supo reaccionar. La abrazó y besó su mejilla. Y, tras este gesto se acercó aún más, pegó su frente a la de ella y le habló en voz muy baja.
-Se puede quedar en un sueño. Sé que ambos conocemos nuestro límite y que esto es un enorme error. Pero quiero que sepas que jamás me equivocaría con alguien que no fueses tú.
-Equivocarse... -hizo una mueca, mezcla de sonrisa nerviosa y ganas de reír- por desgracias algunas equivocaciones suenan demasiado bien. Pero alguien debe mantener la cordura en esos momentos, y yo confío en que seas tú.
-Jamás me he caracterizado por mi cordura.
-Entonces tenemos un problema.
-Bueno...eso ya lo veremos.

(...)




No hay comentarios:

Publicar un comentario