viernes, 27 de abril de 2012

Y que el viento no deforme tu sonrisa.

"Pasa a mi lado su olor, contengo la respiración."

 No es tan raro recordar por qué sonreía entonces. Ahora todo cobra sentido, pues basta volver a perderse en sus ojos, en su risa, en su manera de hablar. Y es entonces cuando entiendes que se ganó un sitio en ti, un sitio que nadie más puede ocupar. Quizá ese sitio antes era enorme, quizá ahora sea más pequeño. Pero puede volver a crecer, ese es el gran peligro. Y si crece es porque, esta vez, ves la sinceridad. Ves que no hay barreras, ni límites. Puede que te abra su corazón, algo extraño y adorable. Y, como ya sabía, tan sólo tenía que esperar y demostrar que jamás soltaría su mano. Ya no importaba la distancia que pudo haber, no importaban los muros, había conseguido que aquello fuese sincero. Ahora las emociones salían solas, ya no había huidas desesperadas. Ya no existían las despedidas incomodas y forzadas. Ahora cogía su mano sin rechazo, ahora las despedidas se alargaban con la esperanza de no tardar en regresar. Porque había conseguido mantener su sonrisa, quizá le estaba alcanzando. Quizá se dejaba encontrar. O quizá es quien busca ahora. Quizá, sólo quizá, algo haya cambiado. Quizás. 

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